Cuando disponemos de poco tiempo optamos por alimentos que sean fáciles y rápidos de preparar, donde los enlatados son las primeras opciones, pero en algún momento puede ocurrir que no contemos con un abrelatas para lograr acceder a su contenido. Sin embargo, gracias a los trucos que han trascendido en el tiempo la solución podría estar al alcance de nuestras manos.
A pesar de que los alimentos procesados no suelen ser una buena opción para nuestra ingesta alimenticia, dichos productos se han convertido en una elección muy certera, pues con ellos se logran preparar platos rápidos y económicos. Además, al darles un toque de creatividad no solo se obtienen resultados deliciosos, sino también sorprendentes. Pero el disfrutar de sus contenidos no ha sido una tarea fácil, incluso en sus primeras apariciones, su apertura se realizaba a punta de bayonetazos.
¿Cuándo se crearon las primeras latas?
Entre el siglo XVIII y principios del XIX, el encontrar un método para conservar los alimentos era una necesidad muy perseguida por los ejércitos e incluso los marinos, pues sus expediciones duraban largos meses e incluso años. Hasta que en 1810 un comerciante británico llamado Peter Durand presentó una patente que definía varios métodos para preservar alimentos por largo tiempo.
Durand logró demostrar que el vaso de hojalata era una opción muy certera para ello, pues era ligero, resistente ante los golpes, ofrecía una fácil conducción del calor y era anticorrosivo. Tras vender su patente a Bryan Donkin y John Hall, las latas hechas de hierro y cubiertas con estaño se comenzaron a comercializar. Pero carecían de un sistema de apertura y, como sus mismas etiquetas lo indicaban, para abrirlas era necesaria la ayuda de un martillo y un cincel.
Unos cuantos trucos bajo la manga
No resulta mentira alguna que por el olvido o por la falta de presupuesto, en ocasiones no disponemos de un abrelatas. Por ende, es indispensable contar con un plan B, que con la ayuda de un poco de fuerza y uno que otro truco, convierta el proyecto de abrir las latas en una tarea de menor complicación. Pero si eres de los que poco conocen estas opciones, a continuación, podrás analizar tres métodos y, por qué no, ponerlos en práctica.
1. Usando una cuchara
Debes tener en cuenta que este truco solo funciona con una cuchara de metal y no con otro material. Primeramente, coloca la lata en un lugar estable, sosteniéndola firmemente al tiempo que usas el utensilio con la mano que queda libre. Seguidamente, coloca la punta de la cuchara contra el borde interior de la tapa y frota la punta de la cuchara de atrás hacia adelante, pues esa fricción generada permitirá reducir el grosor de dicha sesión de la tapa de la lata, continuando hasta atravesarla.
Una vez logrado el objetivo, introduce y corre la cuchara por todo el contorno de la tapa, repitiendo el paso anterior cuanto sea necesario y teniendo la precaución de no inclinar la lata, pues el contenido se podría derramar. Finalmente, con la cuchara debajo del borde, apalanca la tapa hacia arriba para que salga de su lugar.
2. Con un cuchillo de cocinero
Los cuchillos de cocineros son largos y pesados, muy propicios para lograr perforar la lata con seguridad. Para iniciar deberás ubicar la lata en una superficie fija y no entre tus piernas, ya que es riesgoso. Sujeta el cuchillo firmemente entre la unión de la lámina cortante y el mango reposando tus dedos en este.
Seguidamente, ubica la base de la cuchilla (sección más ancha de la lámina cortante) sobre el borde elevado de la lata y ejerce presión hasta perforarla. Es recomendable evitar golpear la lata, pues el cuchillo se podría salir de su sitio y generar alguna lesión. Una vez hecho el agujero, se corre el cuchillo sucesivamente por el borde. Por último, se debe de apalancar la tapa hacia arriba con la ayuda del cuchillo, a fin de retirarla y dejar a la vista su contenido.
3. Una piedra o concreto
Con la ayuda de una piedra, un pedazo de concreto e incluso cualquier superficie áspera y un poco de fuerza física, también se puede abrir una lata. Para ello, basta con colocarla contra la piedra y frotarla de atrás hacia delante para crear la fricción necesaria.
Se debe de continuar con ese movimiento hasta notar la presencia de humedad. Razón por la que es conveniente revisar constantemente, ya que la misma hace referencia a que la lata está lo suficientemente delgada y, si no se tiene el debido cuidado, se podría derramar todo su contenido. Para terminar la labor se puede introducir una navaja, una cuchara o un cuchillo en la tapa y apalancarla para abrirla.
No dejes a un lado el abrelatas
A pesar de que existen muchos trucos para abrir las latas, un abrelatas facilita el poder hacerlo en menor tiempo con mayor seguridad y practicidad. Por ello, si al usuario se le dificulta hacer algún truco o no tiene una condición física adecuada, la única alternativa que tiene a su alcance es optar por hacer una comparativa de abrelatas para finalmente adquirir alguno. Además, ninguno de los trucos que se empleen tienen la seguridad de no causar un incidente. No obstante, si necesitas recurrir a uno de ellos puede ser una solución, pero siempre se debe tener precaución.
Además, hay que considerar que a pesar de existir el sistema abre fácil en muchas latas, las de mayor volumen suelen carecer de esta opción. Por eso, los abrelatas se han convertido en un producto muy atractivo para los amantes de la cocina. Pues se encargan de abrir las latas de metal de forma rápida y sin implicar mucho esfuerzo.
En este sentido, debes saber que en el mercado encuentras desde aquellos modelos que funcionan simplemente al pasar el producto por la parte superior de la lata al tiempo que su cuchilla la va perforando. Pero incluso, hay abrelatas muy novedosos que hacen el trabajo por sí solos, con solo presionar un botón.
Finalmente, debemos concluir que, a pesar de que es posible abrir una lata sin recurrir a un artilugio diseñado específicamente para tal fin, aplicar un truco para lograrlo muchas veces implica invertir gran tiempo y esfuerzo, tal como lo hacían los militares en las primeras apariciones de las latas. Pero, ahora que conoces algunas opciones, dejarás atrás el inconveniente de tener que prescindir de tus alimentos enlatados en caso de no tener este práctico utensilio a mano.